Reflexiones sibaríticas: Refritéame la rola

Uno de los placeres más grandes es escuchar música. Esta nos acompaña en cada momento y recordamos con nostalgia las canciones de Cri Cri que nuestros padres nos ponían de niños. Los primeros gritos de independencia generalmente se acompañaron de canciones que nos hicieron sentir parte de una sociedad, nos convirtieron en rebeldes frente a los estándares sociales y, aun actualmente, ya entrados en copas, nos hacen llorar por recuerdos de amores perdidos y frustraciones acumuladas. Pero hoy existe una tendencia que olvida que cada canción tiene un alma y personalidad propia, los covers, o versiones nuevas de éxitos anteriores.

Hoy todo el mundo quiere hacer covers y me parece que existen tres razones primordiales.

La primera es hacer lana; las firmas discográficas ya no quieren arriesgarse con nuevos talentos o contenido y prefieren usar canciones probadas que se han insertado en el gusto del público y son rentables, aunque sean un refrito. Buscan nuevos ritmos para una misma canción, así, una rola original pop la escuchas en jazz, bossa nova y lo más aberrante, en reggaetón. Decenas de versiones de Despacito inundaron con su horror pegajoso, durante meses, las estaciones de radio bares y plataformas de streaming.

La segunda razón es más válida, ya que tiene que ver con el gusto personal de un artista.

– A mí me gusta La Tusa y chíngense – seguro dijo Laura León, la Tesorito, antes de grabar su muy particular versión de la canción de Karol G, cantándola suave, suave, suavecitooooooo.

La última razón, la menos común de todas, es cuando un artista hace una interpretación personal y le da nueva vida a la canción. Una nueva personalidad emerge y genera un producto nuevo, a veces casi irreconocible y de alguna manera la hace suya. Un claro ejemplo me viene a la cabeza: Witney Houston escuchó una canción bastante mediocre de Dolly Parton y decidió hacer su versión. La original, interpretada por la exuberante rubia no ofrece mucho. La canción se llama I Will always love you una de las mejores rolas de los noventas que, en voz de Whitney, remueve las entrañas.

Casi siempre los covers se escuchan y se desechan rápidamente. Su proliferación es muestra clara de la falta de creatividad y lo poco que como consumidores exigimos a los cantantes de hoy.